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COSMOVISIÓN ANDINA

 

PACHAMAMA

La Pachamama es la Madre Tierra, es madre que acoge a sus hijos, les da alimento, el abrigo, incluso puede curar hasta las enfermedades.
Es tomada en cuenta como una persona que ha existido antes que la humanidad, de sexo femenino con capacidad de dar vida, además de dialogar con el hombre.

SAGRADA HOJA DE LA COCA

En el área andina todos los rituales y ceremonias son celebrados alrededor de la hoja de coca. El propósito del uso de esta planta, tiene un sentido casi mágico como el de proteger el cuerpo y espíritu, cambiar la mala suerte y predecir el futuro. En un sentido espiritual, la coca es usada humildemente para dar gracias, bendecir o hacer ofrendas a los Apus. Durante la ceremonia, todos los presentes deben mascar hoja bajo la dirección de un Yatiri o Paqo. La coca también es indispensable en la preparación de ofrendas, servicios para los antepasados, para la madre tierra como un acto de agradecimiento por las buenas cosechas, salud y mejora en su calidad de vida.
La coca siempre estará presente en todos los momentos importantes de la vida andina porque no solo es un producto, sino una herencia. No es solo el más importante elemento de supervivencia, sino que representa lo sagrado, la cultura, las tradiciones y, la resistencia contra el abuso y la explotación.

PAGO A LA TIERRA: Dialogo con la Naturaleza

Especialmente en el mundo andino, la religiosidad precolombina perdura hasta hoy en ritos ancestrales que vinculan al hombre con la naturaleza, y en los que la Tierra cobra gran importancia simbólica. La Pachamama o Madre Tierra, ofrece sus frutos a los hombres para su alimentación. La Cultura viva mediante la espiritualidad Inka.

Por eso, dentro de la lógica de reciprocidad andina, en el mes de agosto los comuneros le retribuyen pagos (también llamados pagapus o despachos). La ofrenda contiene hojas de coca, plata no trabajada, chicha, vino y ciertas semillas de la selva con poderes simbólicos y mágicos llamadas huayruros.

Este mismo pago se le rinde a los Apus, espíritus de los antepasados que viven dentro de los cerros. La coca, planta sagrada que sirve como mediadora entre el mundo de adentro (el de los Apus y la Pachamama) y el mundo de afuera (el de los hombres), se encuentra presente en innumerables celebraciones religiosas mestizas de los pueblos del interior e incluso de los centros urbanos. Esparcidas sobre una manta en el suelo, las hojas de coca también son "leídas" para predecir el futuro.

COSMOVISIÓN ANDINA CRIADORA DE DIVERSIDAD

En un paisaje tan diverso y variable, para el campesino andino, criar la diversidad de plantas en la chacra, es criar la vida misma y su continuidad. Para él, todo cuanto le rodea es vivo, no sólo lo son los humanos, las plantas, los animales, sino también, las piedras,
los cerros, el sol, el granizo.
En los andes, los rituales, son máxima expresión de cariño y respeto, sobre todo a la madre tierra y cerros protectores, a quienes se les vivencia como abuelos. También se hacen rituales a la lluvia, granizo, heladas, al sol, la luna etc. En el mundo – vivo andino, todo tiene pareja, así, hay cerro macho y cerro hembra, planta de maíz macho y otra, hembra. Todo debe estar en pareja para la regeneración de la vida También, en la cosmovisión andina, todo tiene su ánima. Los granos de maíz con su ánima, son más nutritivos, dan más energía para trabajar la chacra y duran más en el almacén familiar. En cambio, el maíz sin ánima, llena pero no nutre y se acaba rápido. Al igual que los humanos, las plantas de maíz, se asustan cuando sufren daño y se enferman, pierden su ánima y para curarlas, hay que llamar, mediante un ritual, a su ánima para que sigan creciendo vigorosas.

LOS ANDENES

Los valles andinos son característicamente profundos y estrechos, de modo que la cantidad de tierra plana e irrigable de fondo está severamente limitada y en la estación lluviosa, la escorrentía por las pendientes es tan grande que pone en serio peligro a los campos de cultivo y las poblaciones del valle. Las sociedades andinas prehispánicas resolvieron ambos problemas construyendo terrazas a los lados de los valles, y durante la época incaica lo hicieron tan extensivamente que valles enteros fueron reformados y nivelados.
El empleo de terrazas se inició probablemente en las orillas del lago Titicaca, por lo menos 900 años a.C. En cualquier caso, desde el año 300 d.C. la construcción de andenes para la agricultura se extendió hasta abarcar gran parte de los Andes centrales, alcanzando su apogeo durante el Imperio Incaico, justo antes de la conquista europea. Es durante aquella época que se ejecutó la construcción masiva de andenes como parte de una política estatal sistemática de mejoramiento de la tierra y colonización. Parece que el principal objetivo de la construcción de andenes en los valles andinos fue expandir el cultivo del maíz hasta donde fuera posible.
Ciertos andenes, a manera de jardines domésticos, fueron reservados con toda probabilidad para variedades especiales de diversos cultivos alimenticios y para condimentos y plantas medicinales o ceremoniales, una clase especial de andenes fue dedicada al cultivo de la planta madre: la coca

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